Sí, mis alas fueron cortadas,
en un arrebato de realidad
por el tiempo impetuoso,
maquinalmente absorbido,
el mismo tiempo
que advirtió en tantas ocasiones
las verdades pendientes
que me aguardaban, o los elementos
que tejerían mi ruedo.
Por supuesto que la caída fracturo
tantas porciones de mi ser
o al menos permitiendo
alojar las dudas,
evento del cual nunca pude restablecer
las condiciones idóneas.
Siendo la nostalgia un grillete a contra luz,
me han restado tres cosas:
juventud, escepticismo
y la estimada hipocresía
encima llamada esperanza.
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