El peregrino es devoto, pero no eterno.

Resignación a tenerte y
ser inquilino en tu silueta de venus.
Me he resignado a verte
mas allá de lo que veo a distancia,
sin sentir el aire con tu fragancia
o la comisura de tus labios.

No me basta poseer lo que aparenta,
me vale mas tener todo aquello
que no ha obtenido nadie y ni podrá.

Ya no he de verte como
un objeto de perfección o deseo,
he de bajarte del pedestal donde yacías
y yo aguardaba ferviente
tus miseras muestras de aprobación.
El peregrino es devoto, pero no eterno.

Cántica.

Como sirena; solo a esa semejanza pudiera relacionarla.

Absorta y contra corriente.

Los castaños oro roble montesinos,
la desenvoltura nata
y la cántica melodía que llama voz.
Piel tersa, jade y perla rivalizan brillo,
mas no belleza. Ursa mayor.
Dispensa en la nada de profundidad,
nada en la marea y contra corriente,
nada podría borrarla de mi vida.

No, Caronte.

Que hay de sublime en aguardar
lo inesperado, lo inescrutable,
¿Acaso la recompensa supera
lo transcurrido?
El fin no justifica los medios.
Absolutamente no,
ya hay tantas historias
en lo áspero de los siglos,
aquellos que se valieron de la espera
y esta les entrego a Caronte lentamente.
No, yo no me fió de resignarme
o a la dependencia o siquiera
a la promesa de lo subsiguiente,
hay lo que se ve y lo que se tiene.
No aguardes.