retrayéndose,
guardándose así misma,
nunca emitió sonrisa alguna.
La cortina de sus ojos;
las ventanas del alma,
las entretejió, como secretos,
una muralla de aseveraciones y diálogos a solas.
Ladrillo a ladrillo de sueños rotos y ríos de angustia,
infranqueables y perecederos,
en la estela de su amnistía...
La estructura paso a colapsarse.
Me pregunto si hizo bien o hizo mal, o no hizo.
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